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Querido Tchangla... ¿hace falta que lo diga? |
Disgaea salió originalmente para PS2, se porteó a PSP, y luego fue adaptado también para DS. La verdad es que las tres versiones son muy divertidas (aún cuando la de DS está bastante recortada), pero la de PSP es la mejor de ellas y también la más bonita. No fue el primer juego de Nippon Ichi, pero sí el primero que se hizo verdaderamente famoso dentro de su nicho, y no hay para menos: Disgaea es uno de los Tactics RPG con más posibilidades que existen. Dejando de lado su divertida historia y personajes (que justifican el propio juego), todas las fases se pueden resolver de mil maneras con cualquiera de las tropecientas clases que tiene y, sobretodo... hablemos del Item World. Llevo más de 90h de Disgaea. 90 putas horas a Disgaea, repartidas entre tres plataformas (no tengo mucha suerte y me tuve que ir cambiando por motivos X o Y), pero cada vez que lo empiezo, me pierdo. Me gusta la historia, pero la acabo dejando de lado (no llevo ni un tercio de ella) en pos de pasar mis horas muertas en EL PUTO ITEM WORLD.
Mapas aleatorios, enemigos infalibles, objetos infinitos, portales, paneles de colores, estrategias raras o, simplemente, huir llorando del piso cual roguelike, con miedo a morir allí aún a sabiendas que, el siguiente, será todavía más difícil. Y encima luego me aficioné a reencarnar personajes y subirles las categorías, que poco tiene que ver con la historia pero es una de las actividades más divertidas del juego si te va este rollo. Disgaea es, literalmente, el juego infinito que te llevas a una isla desierta y, si por algún motivo tuvieras todas las comodidades y la batería de tu PSP no se agotara nunca, aún jugando 5 horas al día, seguirías sin haberlo completado al cabo de un año cuando te encontrara un avión y te llevara de vuelta a la civilización. Puedes quedarte con la historia o explorar las verdaderas profundidades del juego, pero la idea es clara: Disgaea dura lo que a ti te de la gana y, sobretodo, es imposible aburrirse con él. Una monstruosidad en todos los sentidos.