Tras mi obsesión enfermiza a Hard Corps: Uprising las pasadas vacaciones de navidad (un episodio que narraré el día en que me haya pasado el modo arcade y no solo el Uprising), decidí que necesitaba más. Así es: nunca había jugado seriamente a un Contra hasta ese momento (soy una pecadora, lo sé, pero estoy intentando redimirme), y dado todo lo que me estaba perdiendo, este año es un buen momento para arreglarlo. Así pues me puse con la entrega de Game Boy: Operation C. 

Pongo la portada japonesa porque Contra me hace sentir
como un machoman y esto se acerca más a esa idea.

Que sí, que podría haberme ido a jugar seriamente al Contra: Hard Corps, o a cualquiera de SNES, ¡¡pero no me juzguéis!! Amo la Game Boy y nunca es tarde para volver a jugar a ella, así que portátil en mano empecé uno de los juegos más memorables que recuerde para esta consola.
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