Muchos años han pasado desde que jugué a Deus Ex: Human Revolution, pero nunca lo he olvidado, ni por un momento. Uno de los juegos más brillantes de su generación, pese a errores muy graves como los jefes obligatorios (que se dice que fueron solventados en la versión Director's Cut) y el último cuarto de juego que es un desastre tipo mirar al Titanic hundiéndose sin poder hacer nada para huir de la catástrofe. Human Revolution podría ser uno de mis cinco juegos favoritos del mundo mundial, pero se porta tan mal en su tramo final que se desplazó unos cuantos puestos hacia abajo en mi ránking personal (tampoco os creáis que muchos, porque es de los juegos que más he disfrutado en mi vida). Y ahí estaba yo, comprándome una PS4 para jugar a Tekken 7 y a Deus Ex: Mankind Divided. Creía que no necesitaba más y, la verdad, no me equivocaba.

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