5 razones para amar u odiar Drakengard



Love. Crimson Blood. Poison. Eternity. Revenge. Two. Sacrifice. Mother. Ritual. Scarlet. Prayers. 
Heresy. Hell. Solitude. Clouded Skies. Madness. Goddess. The World Watchers. Adore. Us.

Casi que el tráiler mola más que el juego.


Éste año será el décimo aniversario desde el lanzamiento original de Drakengard en Japón, donde se llamó Drag-on Dragoon. A mí, que cualquier excusa me sirve para mencionarlo, me ha apetecido dedicarle una entrada. Fue uno de los primeros juegos lanzados por Square Enix, aunque de hecho estaba desarrollado por un pequeño estudio llamado cavia, que vivía de hacer juegos de franquicias ya conocidas, pero que por primera vez pudieron hacer algo original.

¿Es Drakengard el juego más adecuado al que dedicarle una entrada repleta de amor y purpurina? No. Eso suele hacerse con juegos antiguos, o con los que han pasado totalmente desapercibidos y merecen un reconocimiento, cosa con la que Drakengard no cumple en absoluto. Es decir, el que realmente sí merece una entrada así es su "secuela", NieR. Drakengard ha sido apaleado por la crítica, y comprendo que estéis de acuerdo. Es muy... especial.

Pero precisamente porque es uno de ésos juegos odiados para toda la eternidad por la cantidad de fallos que tienen, debería explicar por qué me gusta tantísimo. Éstas razones no son necesariamente buenas:  para mí son virtudes, pero dependiendo con el cristal con el que se mire, son defectos imperdonables. No, de hecho, seguramente son defectos imperdonables, pues la paciencia tiene un límite. Pero no importa. La entrada revela la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad, desde el punto de vista de una fan enloquecida. Estáis avisados.
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