¡Jugar cooperativo! Ese mundo maravilloso en el que adentrarse con amigos y poder hablar y colaborar para llegar juntos a una meta común. Los juegos pensados exclusivamente para el cooperativo no son muy comunes, especialmente los que tienen un cooperativo asimétrico en el que los jugadores no han de hacer exactamente lo mismo, sino que sus funciones son diferentes para llegar hacia un mismo objetivo. A Way Out es un poco ese tipo de juego: únicamente jugable en cooperativo con una persona real. Y, la verdad: esta es su principal baza.

El launcher de EA no me ha guardado ni una captura así que let's go fotos de stock

Esta es la historia de dos presos, Leo (irascible e impulsivo), y Vincent (calmado y racional) con un objetivo común: la venganza contra Harvey, un tipo que les ha destrozado la vida a ambos y les ha hecho acabar en la cárcel. El objetivo es ayudarse mutuamente para escapar de la cárcel y encontrar a Harvey, algo para lo que la pareja tendrá que apoyarse mutuamente de mil maneras diferentes. Josef Fares ha dirigido varias películas y A Way Out no es su primer videojuego. No obstante, en muchas ocasiones se le notan las costuras pero, pensándolo fríamente, lo más fácil sería decir que, en realidad, eso tampoco importa mucho.

La historia funciona porque nos creemos a los dos estereotipos, que cumplen, y se complementan correctamente... pero poco más. A Way Out es una experiencia que disfrutaremos siempre, claro: todo en cooperativo es mejor. Estar con nuestro igual en el segundo mando y poder charlar a la par que los personajes se van conociendo es sin duda la gran baza de un juego que, de ser para un solo jugador, sería una tremenda mediocridad.


La realidad es que hay relleno: seis horas (¡¡seis horas obligados a usar el Launcher de EA Origin!!) que sufren de un tremendo síndrome de BioShock y que no se atreven a ser más escuetas por la ridiculez del quorum mínimo de horas que debe durar un juego para que no se le avasalle con lo malo que es por no durar lo mismo que Elden Ring. Y es que cada vez que vamos a hacer algo: se nos ha roto una tuerca, nos falta un martillo, se ha caído una tubería, una canoa, o un coche, y toca darse una vuelta para arreglarlo y ponerlo todo en marcha de nuevo, mezclando de manera constante momentos tranquilos de charlita buscando bidones de gasolina para encender un coche que no se enchufa desde la segunda guerra mundial, con el frenesí de perseguir a nuestro eterno enemigo por un edificio gigante en el que se rompe todo lo rompible por el bien de la explosividad más Uncharteredsca.


Hay puzles sencillos, y siempre hay varias maneras de hacer las cosas, hasta el punto en que ambos funcionan pero los jugadores (¡ambos! ¡juntos!) deberán elegir con cuál de los dos estilos completarán la misión asignada, y la simplicidad de los controles (que se reducen hasta los mínimos por el bien de la diversión de todos) juega sin duda a favor de que lo podamos completar con cualquier persona, aunque no sea muy ducha en los videojuegos. Estos momentos de tranquilidad son algo que también genera ese pequeño pique entre jugadores: puede que tengamos que escapar de la cárcel, pero la verdad es que comprobar quién puede hacer más dominadas o quién se cansa antes de hacerlas entre los dos jugadores son pequeñas competiciones que ayudan a aumentar esa complicidad entre los dos amigos que jueguen.

La sensación final es como la de un juego de Telltale, pero bastante más redondo por presumir menos y en general ofrecer más libertad: no necesariamente en sus elecciones, pues los de Telltale suelen ser más planos que una tabla de planchar, sino en su capacidad para idear escenas con un gameplay más libre y distendido que no nos expone constantemente a preguntarnos a quién dejaremos morir para que la siguiente escena se pase por el forro nuestra decisión. A Way Out no intenta engañar ni hacernos repensar nuestras decisiones: muestra una historia en la que consigue involucrar lo suficiente a los jugadores, pero mucho más por la parte del gameplay y la sinergia construida fuera del juego, que por la propia historia que presenta. No le cambiará la vida a nadie, ni mucho menos, pero ¿como experimento? Pues ojalá más juegos así.

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